16 sept 2010

San Isidro: Concejal UCR

Columna de Opinión
La Informalidad, los autos y la inseguridad

La inseguridad aparece como una prioridad para la mayoría de los argentinos según rezan todas las encuestas y a su vez, las medidas que se toman en materia de políticas públicas suelen estar dictadas por la necesidad de responder en forma repentina a algún hecho violento. En general esta situación viene acompañada con una mayor demanda de seguridad expresada en marchas de ciudadanos autoconvocados o bien en expresiones de bronca e impotencia de parte de los deudos de las victimas de algún hecho delictivo.
Entonces aparecen los posicionamientos reduccionistas, entre los que buscan soluciones inmediatas por medio de la denominada mano dura y los que plantean soluciones de largo plazo por medio del incentivo a la prevención y el cumplimiento de derechos, denominados “garantistas”. Y así la discusión siempre se empantana.
En ambos casos la inseguridad aparece como un problema que se soluciona o combate en el marco de la legislación o el derecho. Pero en ambos casos nunca aparece una explicación sobre el origen de la inseguridad o del delito.
Los que requieren soluciones inmediatas adjudican el problema a la incompetencia de las leyes, pero no dan cuenta de que hacer para prevenirla, a lo sumo ofrecen respuestas para el después del suceso. En el caso de los que buscan soluciones de mediano plazo desde la prevención, no pueden explicar el motor del delito. Aunque muchas veces intentan justificarla en la desigualdad y la pobreza, lo cual significaría que las personas roban por ser pobres.
Tal vez cuenten con argumentos y razones suficientes ambas posiciones para argumentar sus posiciones, pero siempre falta la explicación integral que explique porque existe la denominada inseguridad y que a pesar de la dureza de las leyes las personas se vean expuestas a cometer un delito.
La inseguridad entendida como lo que viven las victimas del robo, en este caso nos abocamos solo a ella, tiene una explicación que excede a la cuestión de las leyes o de la cuestión social de la desigualdad.
Digámoslo con claridad: si se roban autos es porque alguien compra sus partes desguazadas, si se roban vacas en el campo es porque luego alguien las compra y si existen “los piratas del asfalto” es porque los productos allí robados luego son vueltos al mercado, por tomar algunos ejemplos.
La inseguridad debe ser comprendida como el fruto de una economía de mercado paralela que genera fuentes de trabajo, redes de ayuda mutua y basa su sustentabilidad en la precariedad en la que viven millones de personas honestas que demandan bienes y no pueden pagar por ello el valor que la economía formal les cobra. Una rueda más barata, la reutilización de la chapa a bajo precio para la industria metalmecánica y el desguace del auto explican mejor sobre como lo robado es robado para luego ser vendido.
Decimos economía de mercado paralela ya que esta se rige con el patrón de la oferta y demanda, en ciertas épocas los más demandados son los autos viejos y  en otros momentos históricos los demandados son los autos de determinadas marcas
Para el funcionamiento de esta economía paralela se requiere de mano de obra que, fruto de la división de responsabilidades, ocupe las diferentes etapas de la cadena comercial. Quienes roban son la cara visible de este sistema, pero hacen falta quienes desarmen luego el auto robado, quiénes se encarguen de devolverlo al mercado y claro esta, quién cubra y legitime todo el proceso productivo comercial, por llamarlo de alguna manera.
Bajar la edad de imputabilidad, aumentar las condenas, aumentar el gasto público en efectivos policiales, desplegar grandes campañas televisivas, llevar a cabo marchas, cambiar ministros, son medidas seguramente necesarias. Pero no parecen efectivas para cortar el circuito de este sistema económico paralelo de oferta y demanda de bienes de uso, que un día requiere de autos y otros de televisores.
Dejamos para profundizar en otra ocasión los diferentes niveles donde se incuba la mano de obra dispuesta a integrar la extensa red de la economía paralela del delito que podemos dividir en tres niveles; la escuela que no puede contener a los niños que demuestran altos niveles de violencia con sus compañeros y abandonan su formación a temprana edad. En segundo termino el entorno de un joven preso, que tanto dinero le cuesta a su familia, que tarde o temprano se ve obligado a acercar “una colaboración” a la madre del detenido, para pagar el abogado o para llevarle alimentos y por último con el detenido que obtiene su libertad, una vez que encuentra dificultoso su reinserción al mercado laboral formal es “invitado” tarde o temprano a reincidir en el delito.
Hay vidas humanas en juego y niños con sus vidas arruinadas que podemos modificar, pero necesitamos hacer un mejor diagnostico para poder combatir la enfermedad.
Esta en nosotros animarnos

Jorge Álvarez
Instituto Abierto para el Desarrollo y Estudio de Políticas Públicas (iadepp)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

El problema de la inseguridad son los K, Vamos Cobos en el 2011

Anónimo dijo...

Un Gobierno Radical es lo mejor que nos puede pasar en la Argentina
Josefina de Ramallo

Anónimo dijo...

En la Argentina, en la Provincia y en Vicente Lopez vamos por los radicales , los unicos honestos de la Argentina
Maria Ines
Carapachay