Politica: ¿Un Gobierno Debil?

La debilidad de Cristina

Era difícil pensar que Argentina podía tener otra vez un presidente tan débil como De la Rua, pero parece que Cristina tiene muchas cosas en común con el ex-presidente de la Alianza además de su obsesión con enemigos imaginarios como son los medios.

 De la Rua culpaba a la tinellización de la política por la crisis que ahogaba al país. Lo de Cristina K es idéntico, pero a gran escala. Ahora con los Kirchner, los medios pasaron a ser una cuestión de estado, la causa de todos los problemas de la Argentina.

Ya no solo es un programa o una sátira humorística. Ahora el eje del conflicto son los medios, los grupos periodísticos, la “corporación mediática”.

 

Se podría decir que por ser mujer le falta la fortaleza necesaria para estar a cargo de un país como Argentina. Puede ser, la historia del país le juega en contra, solo basta recordar la nefasta y olvidable presidencia de Isabel Perón.

 Pero la verdad, obviamente, no es la que profesan Cristina y sus eventuales aliados. Conciente o tal vez inconscientemente, los ataques del gobierno a los medios no son más que una coartada política. Un mero formalismo destinado a encubrir sus propias falencias y errores. Un sistema básico e infantil para evitar dar explicaciones y desviar la atención de la información tratando que las noticias sean los mismos medios, obviando, seguramente adrede, que los medios son el nexo entre la sociedad y el gobierno y que las explicaciones se las debe a la ciudadanía y no a los medios.

Cristina es una presidente débil y no hay mayor demostración de debilidad que ser oradora de actos de gobierno acompañada por una multitud de “extras”, arreados de la manera más degradante, personas sin el menor interés político, por más que el kirchnerismo se esfuerce en demostrar lo contrario.

Pero, tal vez, la mayor demostración de debilidad es la de tener una prensa obsecuente, pagada por el propio gobierno para elogiarse a si mismo. Hecho que para el resto de los mortales seria denigrante, Cristina lo encuentra satisfactorio y necesario quizás sin darse cuenta que no hay mayor inseguridad en sus propias creencias políticas que tener la necesidad de reafirmar constantemente lo que se piensa y opina.

Como si fuera poco perder masivamente a dirigentes políticos que eran aliados, llevando esto a tener que aliarse con personajes que están en la mas baja estima de la sociedad, ahora el kirchnerismo, que es un movimiento que se basa en la voluntad popular, le recrimina a los millones de argentinos que le dieron la espalda en los últimos años la falta de apoyo a el gobierno. 

Para los Kirchner el culpable siempre es el otro, los que cambiaron son los otros, en este caso, los 40 millones de argentinos. Ahora los ex-aliados son la derecha, son los conservadores, los anti-argentinos.Un razonamiento rayano a lo infantil, propagado con el único fin de seguir excitándose con el propio verso, de no salir de la burbuja, de abroquelarse en un autoengaño enfermizo para no chocar con la realidad y desfallecer ahogado en la propia fantasía, porque esta claro, incluso para los Kirchner, que cuanto mas alto se sube mas duele al caer, por eso todo es a doble o nada, a matar o morir.

Porque aceptar la realidad seria suicidar el kirchnerismo .Seria reconocer la farsa, el engaño, las contradicciones, las mentiras. Seria aceptar que la ideología en que se cree es un castillo de arena, una desilusión, un espejismo, una decepción, otra más en la historia política argentina. Un golpe de knock-out imposible de creer, imposible de soportar, imposible de asimilar

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Estas ,y no otras, son las razones que llevan al kirchnerismo a someter al país a una espiral de violencia verbal sin precedentes, amparado por la infinita impunidad que le da tener el control absoluto e ilimitado del estado. Un precio demasiado alto que deben pagar todos los argentinos solamente para que un gobierno de turno pueda justificar su oportunista visión de la realidad política.

Quizás la mentalidad del kirchnerismo sea así de simple, así de débil



Alejo Gaston Martinez Funes
Analista Político