“Establecido en el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, celebrado en Bogota, Colombia en el año 1981”
Parece paradójico, que a raíz de un hecho político social, donde estas mujeres mártires por luchar contra un sistema dictatorial, y querer un país mas justo son cegadas con la muerte, pagando con su propia vida el valor de ser libres, pensantes, militantes de la vida. Y digo paradoja porque la mujer fue invisibilizada a lo largo de la narrativa histórica, escrita por hombres, siendo ella naturalizada junto con los niños como parte del paisaje, no siendo consideradas como sujeto.
Este día nos invita a reflexionar acerca de los avances y retrocesos en materia de derechos de la mujer como sujeto, con las estadísticas que plasman cifras escalofriantes. En lo que va del 2011, podemos constatar que la violencia hacia la mujer, y posterior asesinato se incremento en un 20 %. Es un triste saldo para un país que avanza en materia de derechos humanos.
Esta realidad nos interpela a intensificar esfuerzos desde el Estado que es parte fundamental destinando presupuesto para campañas de concientización masiva y creando más espacios institucionales y públicos donde la victima de violencia de genero pueda recurrir, donde las organizaciones y movimientos sociales conforman también vehículos dinámicos de inserción social para la difusión de información y concentración. Estos actores trabajando juntos crean una nueva conciencia colectiva.
Es imprescindible que se fije la mirada en lo que esta acaeciendo en la sociedad, en materia de violencia hacia la mujer y posterior asesinato, denominado “femicidio”. En lo que va de esto últimos dos años se han producido asesinatos producto de quemaduras, si, quemadas vivas en pleno siglo XXI. El cuerpo de la mujer se transforma en objeto de posesión por parte del victimario que al no poder ser dueño absoluto de la victima la quema viva. El victimario no soporta ningún tipo de decisión de independencia en la mujer, esto es materia de estudio y acción urgente por parte del Estado y la sociedad toda. Tenemos que revisar prácticas culturales arraigadas desde siempre.
Las mujeres como artífices de nuestra historia tenemos que invitarnos, cada día, a trabajar por nuestros derechos y por fortalecer la autoestima que nos impulsa a ser cada día más nosotras mismas y menos lo que instituciones anquilosadas y medios monopólicos quieren que seamos.
Estar preparadas para detectar la violencia en sus diferentes manifestaciones es un tema que nos atraviesa a todas y todos.
Escuchar y pensar sobre las violaciones ejercidas contra las mujeres (de distintos sectores sociales, edad, religión, etnias, etc.) produce violentos estremecimientos, indignación.
Pero tenemos que pensar cuando se niega o disimula una realidad incomoda y amenazante que dificultan el reconocimiento de ciertos comportamientos como violentos y la asunción de una actitud critica frente a los mismos.
Ejercer violencia se refiere al uso y abuso de la fuerza física y a obligar. Mediante cualquier tipo de coacción, a que una persona haga algo en contra de su voluntad. Sin embargo, centrarse en el uso de la fuerza física omite otras violencias en la que esta no se utiliza y que se ejerce por imposición social, o por presión psicológica (violencia emocional, invisible, simbólica, económica), cuyos efectos producen tanto daño como la otra.
Lo que no se nombra no existe, es imprescindible para que no queden reducidas a experiencias individuales y/o casuales, para darle una existencia social.
En cambio, la omisión se puede comprender como una estrategia de la desigualdad de genero y si las violencia se consideran “invisibles” o “naturales” se legitimiza y se justifica la arbitrariedad, como forma habitual de la relación entre los géneros.
Por eso debemos poner voluntad y esfuerzo para cambiar pautas culturales que van en contra de nosotras mismas.
ALICIA SANCHEZ
Diputada FTV-MILES
Honorable Cámara de Diputados
Provincia de Buenos Aires
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