Columna de Opinion de Jorge Alvarez
Los híbridos
El ser humano es un animal con capacidad de razonar y recordar, hecho que le ha permitido imponerse y dominar al resto del reinado animal por intermedio de la técnica, trasmitiendo esta desde tiempos inmemoriales de generación en generación, construyendo lo que denominamos cultura.
Su capacidad de dominio se baso en reservarse la facultad para denominar a las cosas sobre el hábitat que llamamos tierra y a partir de ello, poder discernir entre aquello creado por la naturaleza y lo creado por el hombre denominado técnica o cultura.
Por naturaleza se concibe todo aquello que la mano del hombre no ha creado, la vida misma, pero también la tierra, el sol, la lluvia, las piedras, el petróleo, el agua, los animales, etc.
Por técnica o cultura, todo aquello que la mano del hombre le diera forma, las prácticas ancestrales de cultivo, las técnicas de curación, las reglas de convivencia denominadas leyes, las lenguas, todo ello y más caratulado como técnica o cultura.
Así las cosas el mundo que le dio forma a las ideas políticas, lo hizo con la certeza de poder delimitar claramente entre la naturaleza por un lado y la técnica o cultura por el otro. Las ideas políticas todas, sin distinción, han sido concebidas en esta separación, de esta forma hemos obtenido una visión del mundo que vivimos.
En los tiempos donde las religiones tenían la facultad de decidir o explicar los sucesos del mundo, la naturaleza era un territorio exclusivo de Dios y cualquier modificación podía ser considerada una herejía. Así la ciencia tardo siglos para animarse a abrir un cuerpo humano muerto para su estudio, se consideraba que en tanto natural era solo facultad divina el conocimiento del funcionamiento de la naturaleza.
Naturaleza y cultura ya no son términos explicativos del mundo que vivimos, no es a su vez una demarcación correcta de dos polaridades puras e inmutables y por el contrario nos encontramos en un proceso cada día más dinámico sin posibilidad aún de determinar su final.
Con la genética aplicada a la producción agropecuaria o las manipulaciones operadas en los cuerpos para evitar la vejez o prolongar la juventud, la clonación, los implantes mamarios, las prótesis corporales o dentales, la utilización de técnicas que fomentan las lluvias y miles de opciones de sistemas de riego entre tantas, queda claro que la distinción naturaleza y cultura no existe más como la hemos conocido o imaginado.
Los alimentos que nosotros consumimos que podrían ser de la naturaleza, como el tomate, llevan siglos intervenidos por la práctica humana y por ello no dejan de formar parte de la naturaleza. El cuerpo humano del siglo XXI seguramente no aguanta el sol en la misma proporción que nuestros ancestros, por la mutación y la adaptación genética producida de generación en generación debido al uso de ropa para cubrir nuestros cuerpos y no por ello deja de ser el cuerpo humano un producto de la naturaleza.
Claramente la naturaleza ha dejado de ser pura hace mucho tiempo y su campo de acción absolutamente reconfigurado por la acción del hombre, pero también por la propia acción de la naturaleza en un intercambio donde ya no se conoce el inicio.
Hibrido es el animal o vegetal procreado por seres de de distintas especies, por eso la figura del mundo hibrido para explicar el fin de la idea enmarcada en los polos naturaleza y cultura, nos puede permitir comprender mejor el enorme desafío de relacionarnos con el mundo que vivimos desde una dimensión ética que escape al alarmismo ambientalista tan en boga en nuestros días.
El mundo hibrido es el mundo del siglo XXI es el que estamos construyendo, no es mejor ni peor que lo que hemos conocido, es un mundo que podemos construir aplicando la técnica o la cultura humana para mejorar las condiciones de vida de las personas, para garantizarle alimentos a todos los seres humamos, que permita la innovación para desarrollar energías renovables en base a la optimización de la basura que producimos y que nos permita ampliar las condiciones de vida de millones de personas por medio de nuevas aplicaciones sobre la naturaleza.
El desafío es comprender nuevos paradigmas, interpelar viejas ideas y sobre todo poder discernir éticamente lo que es permitido y lo que no, de eso se trata la distinción histórica que han definido las ideas de progreso versus las conservadoras o las izquierdas de las derechas.
Parece necesario no abrumarse y animarse en el debate sobre que tipo de humanidad podemos estar gestando mientras miramos equivocados el presente.
Jorge Álvarez
Concejal UCR San Isidro
1 comentario:
sinceramente un asco la opinion de este consejal no se entiende ni j jjjj que se valla
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