Nacionalización de YPF:
Sin normas y sin sustentabilidad
no hay desarrollo
No es lo
mismo ser una potencia económica y/o militar que un país desarrollado. Para que
haya desarrollo necesitamos algo más. Necesitamos la unión de las fuerzas
productivas y creativas de una nación para que logren ser competitivas en un
mundo globalizado y puedan maximizar eficientemente producción y distribución
sustentable de los bienes y servicios. El desarrollo, para ser realmente un
instrumento de crecimiento social, necesita la unión de actores políticos,
culturales, económicos y sociales en una institucionalidad segura, con reglas
claras.
Así que
resulta sorprendente en el debate por la nacionalización de YPF que gran parte
de los dirigentes políticos y sociales hayan expresado la importancia
estratégica de su nacionalización para el desarrollo sin considerar la
gravedad que supone violentar la previsibilidad(http://www.elnuevoherald.com/2012/05/16/1204478/repsol-demanda-a-argentina-ante.html)
y razonabilidad que deben ofrecer las reglas de juego. Todos hemos acordado
convivir, trabajar, invertir, estudiar, ahorrar y desarrollar una inmensa
cantidad de acciones que hacen a la vida moderna en sociedad. Y hemos decidido
hacerlo en orden y respetando al otro. Lo permanente y estratégicamente valioso
para el desarrollo debe ser justamente el respeto por las reglas de juego, por
las formas de convivencia que aceptamos como válidas.
Cuesta entender como algunos
de los sectores de la politica partidaria(http://www.zonanortediario.com.ar/despachos.asp?cod_des=20268&ID_Seccion=146)
más consustanciados con el valor de la institucionalidad, abandonan esa bandera
para sumarse al discurso de que los objetivos son más importantes que las
formas. Ese fue uno de los déficits que marcó al populismo, su desprecio por
las formas. No podemos caer en el mismo error.
Mientras la
dirigencia política, económica y social de la Argentina no entienda el valor
estratégico de construir institucionalidad a partir de reglas de juego
previsibles, que respeten la importancia de las formas, difícilmente vamos a
poder ser una nación desarrollada.
Parece que a
la idiosincrasia argentina le gusta la imprevisibilidad. Como
si romper sistemáticamente las reglas de juego, nos hiciera más “piolas”, más
vivos, como cuando celebramos “la mano de Dios”.
Cada cual
puede sentirse como quiera con su idiosincrasia, pero cuando miramos el caso
concreto de la nacionalización de YPF uno no puede por menos que preguntarse, ¿somos
realmente “piolas” con esta decisión?, ¿es de “vivos” hacer esta apuesta tan
extemporánea por el petróleo?, ¿tiene hoy el petróleo un valor estratégico
esencial?
La respuesta
unitaria debe ser No.
Siempre
pensé que fue un error privatizar YPF. Pero un error no puede taparse con otro.
Claro que el petróleo tiene valor,
mucho valor, pero no esencial. Lo
fue, como el carbón, en el mundo de las revoluciones industriales basadas en
combustibles fósiles, energías altamente contaminantes, para producir sobre
todo bienes. Pero en un mundo cuyo crecimiento tiene que ver con el manejo de
la información, de mejores tecnologías, de más inteligencia y enfocado a
producir sobre todo servicios, la matriz energética puede y debe cambiar (www.vidasilvestre.org.ar // informe
dWWF). Pensar que el petróleo es y será un sistema energético
sustentable y por ende estratégico no sería muy hábil por nuestra parte: el
calentamiento global no aguanta más emisiones de dióxido de carbono (CO2).
El mundo más
desarrollado está trabajando intensamente en reemplazar y complementar las
energías de combustibles fósiles (el petróleo entre ellas) como fuentes
principales de energía. La
Unión Europea tiene como meta llegar al 2030 (http://ec.europa.eu/energy/index_en.htm)
con un sistema de energías limpias y renovables que permita abastecer casi el
50% de su consumo. Estados Unidos y Japón caminan por la misma senda.
No podemos
aspirar al desarrollo si violamos las reglas y si no sabemos mirar al futuro.
No podemos aspirar al desarrollo sin respeto por las formas y sin objetivos de
sustentabilidad.
Ninguna propuesta política que se
defina como comprometida con el desarrollo, o que se autodenomine
“progresista”, puede avalar que la nacionalización o expropiación de YPF es de
alto valor estratégico, cuando sostener ello significa, al mismo tiempo,
debilitar la previsibilidad institucional y continuar pensando en un sistema
energético que nos aleja del futuro.
No podemos
aspirar al desarrollo empecinados en la idea de que nuestros actos carecen de
consecuencias para el presente y para el mañana.
Dr. Carlos
Castellano (ccastellano@sanisidro.gov.ar)
Presidente
Bloque Acción Vecinal San Isidro
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