23 oct 2010

San Isidro: Carlos Castellano


LOS IDEÓLOGOS DE LA VIOLENCIA


El asesinato del joven militante del Partido Obrero, Mariano FERREYRA, conmociona a toda la sociedad, pero fundamentalmente a quienes somos militantes políticos y participamos desde jóvenes –también- en el ideal de construir desde la política una sociedad mejor.
Sin medias tintas, todos los sectores políticos debemos expresar públicamente el repudio tanto al acto asesino como a quienes lo llevaron adelante o lo ordenaron, si es el caso.
Debemos exigir también a la justicia el rápido esclarecimiento del hecho y castigo ejemplificador a los culpables-responsables.
Pero la muerte de Mariano Ferreyra también debe servir para reflexionar sobre cuales son los caminos que la dirigencia política debe mostrar a las nuevas generaciones.
Si los argentinos ya libramos las guerras de la independencia. Si ya peleamos entre hermanos en guerras civiles para definir los intereses entre unitarios y federales y construir nuestro marco constitucional. Si ya logramos que la llamada “oligarquía” representada por “el régimen” cediera derechos políticos a las mayorías con la imposición del voto universal, secreto y obligatorio. Si las luchas obreras lograron mejoras significativas que fueron consolidando un importante modelo de justicia social y de defensa de los derechos de los trabajadores. En síntesis, si ya tenemos una base institucional que nos permite a los argentinos ejercer y garantizar una amplia variedad de derechos civiles y sociales ¿Por qué tenemos que reclamar o defender derechos utilizando métodos políticos violentos? ¿Porque algunos dirigentes plantean la lucha política interna –sea esta partidaria, sindical, social- con la violencia de quienes ven en el otro un enemigo, en vez de ver a otro argentino que simplemente piensa distinto o defiende legítimamente sus propias ideas o intereses?
Creo que la cultura de la violencia política –aun vigente en la Argentina- es el resabio que aun queda del autoritarismo político que, con pocas excepciones, se ejerció desde el golpe de 1930 hasta la recuperación democrática de principios de los `80.
Esos resabios culturales que aun perduran en algunos dirigentes, son políticamente sectarios, culturalmente autoritarios y socialmente poco representativos del pensamiento y los deseos de la mayoría de la sociedad argentina.
Esa cultura política “retro”, como dicen ahora,  muchas veces se enarbola como bandera y ejemplo de la militancia política llamada “combativa”.
Lo que no les dicen esos dirigentes a los jóvenes que con idealismo y en buena hora se acercan a militar es que, en democracia, la palabra “militancia combativa” no debe significar militancia violenta. En democracia la militancia es cívica, es ciudadana y tambien republicana, respetuosa de la ley, las instituciones y la voz del pueblo expresada en elecciones libres y transparentes.
Todos los que expresándose democráticos promueven discursos o acciones que debiliten  la tolerancia política son -aunque no lo quieran o no lo sepan- ideólogos de la violencia.
Como en cualquier juego colectivo, si los lideres inflaman a los jugadores de violencia, si el concepto es ganar a cualquier precio, si el juego se vive como un combate, lo mas probable es que el juego termine teniendo pasajes de mucha violencia. Entonces el árbitro deberá sancionar a los violentos, pero paralelamente pedir cordura.
El problema es si el árbitro en lugar de usar el poder del reglamento tambien lo viola, o expresa manifiestamente favoritismo por alguno de los equipos, o tambien es un violento que en lugar de poner mesura impone arbitrariedades, expresa violentamente sus decisiones y “calienta” el juego.
Si los gobernantes -que deben ser el árbitro de todos los que jugamos el juego de la democracia- no sancionan y administran mesuradamente las tensiones normales que conviven en cualquier sociedad democrática, el juego seguramente tambien termina mal.
  
Carlos Castellano
Concejal de San Isidro
castellano@sanisidro.gov.ar

3 comentarios:

Anónimo dijo...

El mejor concejal que tuvo el HCD en toda su historia. Un grande Carlitos.
No se cansa de ayudar a la gente. Siempre dispuesto a tender una mano al vecino que lo necesite.
Gabriel Arroyo

Anónimo dijo...

Qué paradójico resulta leer a Castellano manifestarse en contra de la violencia, cuando cualquiera que participa en política en San Isidro sabe que la violencia es su manera de relacionarse con los militantes de los partidos opositores.

maria celina martinez heib dijo...
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