24 mar 2011

San Isidro: Carlos Castellano

A LA VIOLENCIA DIGAMOS...
¡NUNCA MAS!


Hace 35 años, la República vivía un enrarecido clima de profunda violencia política y social, que fue la excusa para dar un nuevo golpe militar a la débil democracia argentina existente. Fue instaurado un régimen, donde el terror se apoderó del Estado y dio lugar a la dictadura más sangrienta que haya conocido nuestra historia. 
Aquel 24 de marzo de 1976 tanto la opinión pública en particular como la ciudadanía en general, no expresaron su repudio a la pérdida de los valores y derechos de la vida democrática.

¿Qué fue lo que sucedió para que una gran cantidad de argentinos no valoren el sistema republicano y democrático de gobierno como forma de canalizar y resolver los conflictos civiles y sociales y alcanzar así una convivencia respetuosa de los derechos humanos, civiles y políticos?  

Sin perjuicio de los múltiples intereses, tanto nacionales como extranjeros que pudieron haber promovido y apoyado este tipo de decisiones políticas, lo cierto es que la ciudadanía no percibía a la democracia como sistema de gobierno y como mecanismo para lograr la transformación social y la resolución de conflictos.

Pero esta percepción negativa -o al menos neutral, no comprometida- sobre la vida democrática no se fundaba exclusivamente en una cultura autoritaria, sino en la desilusión generada por las mezquindades, corruptelas, contradicciones y autoritarismo que una gran parte de los políticos representaba a la ciudadanía.

Aquella dictadura  iniciada hace 35 años, que se basó en aniquilar principalmente toda forma de resistencia al modelo mediante políticas de censura y opresión,  generó como resultado una Patria marcada por la tragedia con miles de desaparecidos.

Se demostró la equivocación social, política y cultural de no defender la democracia como sistema ideal donde se privilegie la libertad. Una democracia que con aciertos y errores sigue manteniendo viva la esperanza de cambio y transformación política por medios pacíficos y racionales.  Afortunadamente tanto los pueblos, como los hombres, aprenden de sus errores.

Desde el golpe militar que derroca a Hipólito Yrigoyen en 1930, y durante más de 50 años, la republica y las instituciones fueron “tironeadas y moldeadas” por  intereses mezquinos contrarios al bien común.

Para algunos fueron épocas de “mística militante”, de ideales y de valor. Para nosotros fueron épocas de violencia política, intolerancia y autoritarismo que profundizaron las diferencias por sobre la necesidad de generar consensos sociales y políticos. 

Los años setenta y la dictadura fueron todo lo que no queremos repetir como sociedad política democrática.
La memoria debe servir para no olvidar el horror de la dictadura, pero también para repudiar la violencia como método de resolver los conflictos sociales en democracia, para ser mas tolerantes, para no incentivar y formar a la militancia política en “soldados” sino en ciudadanos comprometidos con el bien común, con la paz, con la vida, con el respeto a las leyes.

Por eso hoy como argentinos digamos NUNCA MÁS a la intolerancia; NUNCA MÁS a “entregar” nuestros derechos civiles, políticos y sociales a la arbitrariedad de algún iluminado. Pero fundamentalmente digamos NUNCA MÁS a la violencia como forma de resolver cualquier conflicto.

Dr.: Carlos Castellano

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